Sobrevivir al enamoramiento

Esta reflexión surgió a raiz de unas excelentes preguntas que hizo una querida amiga. Cuando me puese a responderle, me di cuenta que lo mejor era hacer un nuevo post con las respuestas.

¿Por qué  gusta el enamoramiento?

Voy explicar con un ejemplo, porqué gusta el enamoramiento. Imagina que vas por un desierto, muy pero muy sedienta, apenas te sostienes en pie, y de pronto observas a lo lejos un hermoso oasis, con su higueras, sus palmeras y sobre todo, con el preciado líquido que tanto deseas y que necesitas. Esa felicidad que sientes en ese momento, es el enamoramiento. Luego, con las fuerzas que te quedan, corres para bañarte en esas aguas gloriosas que prometen ser frescas, corres y corres con las últimas fuerzas que te animan y, cuando finalmente llegas, no hay tal oasis, todo fue ilusión, nunca estuvo ahí sino en tu mente.

Es muy probable que en algún momento de nuestras vidas nos enamoremos. Algunos nos hemos enamorado de niños de personas inalcanzables, tal vez de una maestra, de una vecina, o hasta de alguna compañera de colegio que no sabía nuestro nombre. Luego, de grandes, puede ocurrir que nos enamoremos nuevamente, pero esta vez de una persona que nos corresponde y logramos establecer una relación. A partir de aquí pueden ocurrir varios escenarios, voy a describir dos de ellos.

a)      Puede ser que durante el compartir, ambos lleguemos a amarnos realmente. Siguiendo el ejemplo del oasis, es como si corres ilusionada tras el supuesto oasis y en el camino das con un verdadero pozo de agua. La verdad, es poco probable que esto ocurra,  pero en las relaciones de pareja es posible siempre y cuando haya madurez y voluntad de ambas partes.

b)      El otro caso, mucho más frecuente, es que con el tiempo, que pueden ser semanas, meses o un par años, comience a pasar la ilusión, el despertar del sueño en el que estabas sumido. Es en ese momento comienzan a verse realmente, pues antes no se veían sino que creían verse. Lo que apreciabas del otro no estaba fuera, sino en tu mente y viceversa. Cuando llega este momento, el de percibirse realmente, si las personas no comprenden lo que ocurre, dicen cosas como: “se acabó el amor”, “es que ya tu no me quieres”, “es que no eres la misma o el mismo del que me enamoré”, etc. Obviamente que no serán los mismos, ¿Acaso hay algo en el Universo que no deje de cambiar? Pero en lugar de reencontrarse (creo que esto es posible), inician una guerra entre ellos y se llenan de resentimiento al sentirse “engañados” pues, es más fácil esto, que reconocer que fuimos nosotros quienes nos engañamos a nosotros mismos.

Esto no tiene que ser así siempre, estoy hablando de los escenarios posteriores al enamoramiento. Recordemos que el enamoramiento es una imagen o modelo mental, que hemos construido en nuestras cabezas. Yo me invento a una mujer “perfecta” y la busco, y cuando creo encontrarla proyecto esa imagen que existe en mi cabeza, en esa persona. Que ocurre luego, que la persona es un ser vivo, que evoluciona, que cambia, y por lo tanto, lo que yo creía que iba a ocurrir no ocurre, mis expectativas quedan insatisfechas. Pero el problema no es de la otra persona, es mío. Realmente nunca acepté a esa persona, sino que proyecté en ella características que creía y que quería que tuviera para que coincidiera con la imagen que yo había previamente construído.

Amar es otra cosa totalmente distinta. Amar nos sitúa en un estado de conciencia, ya no es una obsesión, sino más bien algo hermoso, porque cuando amamos, en lugar de hacernos expectativas, estamos expectantes. La expectativa es algo muerto, pasivo, es comparar un muñeco que hice en mi mente con algo vivo. Ser expectante en cambio, es estar vivo, es fluir en la corriente de la vida. Ser expectante hace que nosotros estemos atentos a esa maravilla que convive con nosotros, aprendemos de ella y ella aprende con nosotros, somos amigos que intiman. Sin amistad no hay relación que dure. Porque la amistad es respeto, aceptación, consideración, honestidad, sinceridad y cariño. Para una pareja que haya despertado de la ilusión del enamoramiento, y sobre todo si tienen hijos, lo mejor que pueden hacer es transitar el camino de la amistad, empezar a conocerse realmente. Pero deben permanecer expectantes, fluir con la vida, deben estar dispuestos a conocer lo nuevo. Si se atreven, si se dan la oportunidad, descubrirán a un ser nuevo y maravilloso, y con seguridad disfrutarán de crear un lazo tan hermoso como el de la amistad.

El último ingrediente, es muy importante, aunque no indispensable para algunos, y es el de la atracción física.  Creo que en una relación de pareja es importante que exista la atracción física, para que puedan compartir la intimidad con entusiasmo en lugar de hacerlo por compromiso. Sin embargo, también creo que una pareja puede trabajar en este tema y encender nuevamente esa llama. Pero cuidado, no perdamos de vista que la amistad es la base de toda relación, las parejas que dependen sólo de la llama del “amor carnal” también están destinadas al fracaso.

Por último, para lograr el desapego, lo mejor es no pensar ni un segundo en el asunto. Ni para quejarnos, ni para alabarnos por lo bien que estamos manejando la situación,  ni para juzgar, ni para nada. Es pensar en cualquier cosa excepto en el asunto, y si nos damos cuenta que surgió un pensamiento relacionado con aquello, cambiarlo sin molestarnos, por otro pensamiento agradable. Si alguien nos menciona el tema, pedirle amablemente que no lo haga más y hablar de otra cosa. Esto, independientemente del apego en cuestión, es una fórmula que funciona.

Otra pregunta que hizo mi amiga y que me parece muy interesante, es por qué nos creamos una imagen de la pareja perfecta.

Mientras estamos en nuestro proceso de crecimiento, a la par se desarrolla nuestro sistema de creencias. Estas creencias, estarán influenciadas por lo que vemos en nuestro entorno, por las experiencias y el cómo las interpretamos, por la sociedad en que vivimos, por los modelos que elegimos inconscientemente, como la madre, el padre, o alguna otra persona a la que admiráramos, etc. Todos estos factores y otros, nos proveen los elementos para crear estas creencias, con las cuales filtraremos luego la “realidad” que percibimos y matizaremos los pensamientos que elaboramos. Desde que estamos niños, por ejemplo, escuchamos los cuentos de princesas de Disney, donde ambos son felices para siempre, vemos películas de amor a primera vista, novelas donde los finales felices implican el matrimonio, por mencionar algunos casos, esto también nos afecta. Con todos estos elementos, la mujer se hace inconscientemente una imagen del hombre ideal, y el hombre se hace una imagen de la mujer ideal.

Hacer conciencia de que esto ocurre, es precisamente una de las maneras en que podemos liberarnos de la prisión en que se puede convertir una determinada creencia. Comprendernos y saber entonces que estamos condicionados, nos permite cuestionarnos, con la finalidad de modificar en nuestro sistema de creencias lo que se requiera modificar hasta que se ajuste a lo que requiere el contexto. Por ejemplo,  una persona que esté permanentemente observándose, puede descubrir que para ella es muy importante que su pareja “ideal” no olvide la fecha de aniversario, entonces esa persona puede cuestionar si realmente el no olvidar una fecha de aniversario necesariamente es sinónimo de amor. Tal vez descubra, que aunque es para ella un gesto romántico, o detallista, no lo sea para la otra persona que valora otras cosas.

Lornis Hervilla © 2012